Que paren el mundo,
que nadie se vaya,
que se queden todos,
escuchen la radio,
miren la televisión,
lean el periódico y las redes sociales,
que yo soy suyo.
Que lo griten las tribus africanas,
que lo anuncien con un gong en la China,
que lo bailen en Argentina
y lo proclamen en los polos norte y sur,
que yo soy suyo.
Que no me busquen más,
no me miren más,
dejen de mirarme,
mirenla a ella,
miren como camina, miren como habla,
que yo soy suyo.
Abran todas las puertas
y que no entre ni salga nadie
estén atentos,
que voy a entregar la vida,
que yo soy suyo.
Que baje Dios del cielo,
que descubra la mierda que es su paraíso
a comparación del que mueve ella con el pelo,
háganme el patrón de su fiesta,
que yo soy suyo.
Levántense los muertos,
vean, señores difuntos,
que el descanso eterno es el de su abrazo,
su abrazo que me derrite el alma,
que yo soy suyo.
Que cierren los hospitales,
que la única enfermedad que envenena al planeta
es el olor del perfume que lleva en las manos,
que muera la humanidad,
que yo soy suyo.
Que se desabroche el abrigo enero,
que deje de abanicarse agosto,
que las hojas de sus párpados pueden con octubre
y no necesita un abril para florecer,
que yo soy suyo.
Que los volcanes dejen de hacer aspavientos,
dejen de escupir, de hacer el ridículo,
que ella abrasa más cuando abre los brazos y besa,
cuando abre la boca y retuerce mi nombre en su garganta,
que yo soy suyo.
Que se paren los corazones,
que ella esta respirando,
dejen de aprovechar el aire
que lanza con cada suspiro,
que suspira por mí,
que yo soy suyo.
Abran las puertas de las cárceles,
acaben con las cadenas que amarran,
quemen las armas que matan,
miren como ella vuela libre,
que yo soy suyo.
Que se acabe el hambre del mundo,
que dejen de llorar los huérfanos,
dejen el sufrimiento en el olvido,
que ella alimenta por donde pasa,
que yo soy suyo.
Que se apague la luz,
que se pare el sueño,
que yo me muero en el café de sus ojos,
que se acabe la vida si ella lo pide,
estén preparados, atentos,
que ahora ella quiere la mía,
y yo soy suyo.
lunes, 10 de noviembre de 2014
sábado, 8 de noviembre de 2014
Igual que siempre
Algún día llegará mi sangre al río
orbitará mi cabeza alrededor de tu luna
e irán mis párpados a parar a la puntera de tus botas
por no querer cerrar los ojos.
Estiro los brazos y los dejo caer hacia abajo,
entre tanta gente, donde pasen desapercibidos.
Puedes entonces acariciarme las manos,
pero no puedes imaginar lo que hay aquí arriba
donde vivo yo, yo solo.
Y estiro los brazos y los dejo caer hacia abajo,
al calor de los tuyos
mientras la indiferencia de la gente
advierte una fría tormenta de granizo.
Algún día llegará mi frío al río,
será desertado de esta nube que no para de tronar,
encadenaré el movimiento del agua a mis dedos mientras te tocan
y la gente de tu mundo señalará con los suyos que soy sequía.
Dirán que a ti sólo te abastezco
y te creerán la reina de las cuatro estaciones.
Dejarás de ser la bufanda del invierno,
el pétalo suave de la primavera,
dejarás de ser el abanico del verano que hierve,
la trenca del otoño
y serás el pie que para y gira el mundo
y lo somete a su capricho.
Ya no pertenecerás a él
y serán tus sábanas de novia
las banderas de esta nube en fiestas,
será tu plenilunio de noviembre
el letargo azul plateado que me arrope la espalda
y ya no dejaré caer los brazos hacia abajo en busca de los tuyos,
el mundo será un silencio similar
al de la calle en una noche de navidad
y yo volveré a mirar hacia arriba,
volveré a caer en la cuenta de que mi dios
es la bufanda de tu invierno,
el pétalo suave de tu primavera,
el abanico de tu verano que hierve,
la trenca de tu otoño
y serás la reina de mis cuatro estaciones.
Igual que ahora,
igual que antes,
igual que siempre.
orbitará mi cabeza alrededor de tu luna
e irán mis párpados a parar a la puntera de tus botas
por no querer cerrar los ojos.
Estiro los brazos y los dejo caer hacia abajo,
entre tanta gente, donde pasen desapercibidos.
Puedes entonces acariciarme las manos,
pero no puedes imaginar lo que hay aquí arriba
donde vivo yo, yo solo.
Y estiro los brazos y los dejo caer hacia abajo,
al calor de los tuyos
mientras la indiferencia de la gente
advierte una fría tormenta de granizo.
Algún día llegará mi frío al río,
será desertado de esta nube que no para de tronar,
encadenaré el movimiento del agua a mis dedos mientras te tocan
y la gente de tu mundo señalará con los suyos que soy sequía.
Dirán que a ti sólo te abastezco
y te creerán la reina de las cuatro estaciones.
Dejarás de ser la bufanda del invierno,
el pétalo suave de la primavera,
dejarás de ser el abanico del verano que hierve,
la trenca del otoño
y serás el pie que para y gira el mundo
y lo somete a su capricho.
Ya no pertenecerás a él
y serán tus sábanas de novia
las banderas de esta nube en fiestas,
será tu plenilunio de noviembre
el letargo azul plateado que me arrope la espalda
y ya no dejaré caer los brazos hacia abajo en busca de los tuyos,
el mundo será un silencio similar
al de la calle en una noche de navidad
y yo volveré a mirar hacia arriba,
volveré a caer en la cuenta de que mi dios
es la bufanda de tu invierno,
el pétalo suave de tu primavera,
el abanico de tu verano que hierve,
la trenca de tu otoño
y serás la reina de mis cuatro estaciones.
Igual que ahora,
igual que antes,
igual que siempre.
lunes, 27 de octubre de 2014
Inverso amor
Vuelvo a tu bahía
seca y de umbría,
vuelvo con las uñas
largas a escarbar
en la ceniza por ver
si encuentro entre tanta discordia
algún sentimiento que
al fin me diga quién eres.
Vengo del norte que
perdiste
a darle luz e
identidad a las paredes de mi vida,
que desde el luto de
tu recuerdo
gritan aterrorizadas
tu nombre, Nerón.
Reinó la paz y no estuviste
de acuerdo,
y se hizo de noche en
mi casa
y no contaron mis
siete lunas
con las inocentes brasas
de tus pupilas mirando mi coliseo.
Y no contaron las
riendas de mis manos
con el caballo marrón
de madera,
infectado de osadía,
que tienes por corazón
y que hace que la
guerra te galope por la sangre,
y eso eres, nada más
que eso eres.
Vacío, guerra, veneno
y fuego.
El caballo de madera
de tu juventud sin domar
que arrasa y
convierte en humo a todo imperio
por el que va
pasando.
Pero yo tracé con el
arrastre de tu cruz
la línea divisoria de
tu frontera con la mía
y tampoco quisiste la
paz,
tú quisiste desertar
del todo mi alma silvestre
y lanzaste tu última
flecha encendida
desde tu amor
inverso,
ese que sólo tú
respetas y llamas Roma,
ese en el que sólo
vives y gobiernas tú, Nerón.
Y tal fue tu
pretensión
que ahora ni el
mismísimo ángel negro
quiere custodiar las
suelas de tus zapatos,
y es que no hay clavo
que te sujete,
no hay juez que te
sentencie,
ni cuerdas que te
amarren
porque tan solo eres
vacío, guerra, veneno y fuego,
un insidioso
laberinto de hormigón armado,
un montón de
recuerdos salvados de tus llamas,
una energía tan negra
y decadente
que hace explotar las
ventanas de tu averno.
Niño perdido,
emperador de la
venganza ciega,
porque tan sólo en
eso mandas,
con tu acorchada y blanca
garganta
pero sin voz. Sin voz ya.
Caballo revuelto y
corazón de madera,
que me rogaste
guardar y que no sabes,
que también ardió
contigo y con tu inversa Roma.
Y vengo del norte que perdiste
y nunca sabré quien eres. Ni quién fuiste.
Y vengo del norte que perdiste
y nunca sabré quien eres. Ni quién fuiste.
martes, 30 de septiembre de 2014
Niño perdido
Sin que sepas quien te habla,
a ti, niño perdido,
desde esta habitación acorchada y blanca,
tan parecida a tu garganta
pero sin voz
voy enladrillando puertas y ventanas
por miedo a que un ápice
de tu luz gris me toque,
¡Y que no me toque ya!
Ya no más.
Que esta habitación sólo es blanca
cuando yo quiero darle luz.
Que es aquí donde encierro
tu mala letanía y la alimento de oscuridad.
Y lo hago para que no muera
lo poco que me llevé de ti.
Y es que ya no quiero más.
No me hace falta más.
Me mataría un poco más, pero de ti.
No fuiste tú quien le dio música
a las ruedas de mi maleta,
llena de tu indiferencia,
ni fuiste tú quien entendió
mi libertad haciéndote señales
con el humo del tren de las cuatro y cuarto.
No fue tu mano dura la que limpió en la estación
mis zapatos sucios de rencor,
ni fue tu piedad la que cuidó
de la poca felicidad que te confié.
Fue tu alienada dictadura
la que firmó mi sentencia
el día que mi madre cambió su nombre por libertad
y fui yo quien empezó a hacerte
con la frente sombra en los pies.
Yo, quien abrió los brazos
y se interpuso entre tú y los cañones
cargados de justicia
del pueblo que se te sublevó.
Pero ahora eres tú el reo
de tu propia falta de compasión,
ya no eres ni serás amo ni señor,
ya no tienes voz, ni mandato ni legión.
Es ahora tu ejército venido a bien
el que pasea el cuerpo muerto de mi pasado,
arropado con flores de paz
por las calles de tu pueblo.
Y allá van mis hombres de luz
limpiando la guerra,
llevándome lejos, aquí
a esta habitación acorchada y blanca,
lejos del grito de tus partituras,
lejos de tu puño ajado
golpeando los cimientos de mi calma.
Lejos, donde no me arrastren ya
las corrientes de tus ríos secos.
Lejos, donde el viento peine
las marañas de la fuerza de tus dedos.
Lejos, a la altura a la que ahora vuelo,
que ahora soy bandera de la libertad,
ahora ondeo,
aunque mi asta este clavada
en la tierra negra de tu cementerio.
Ahora soy perro bueno
que no ladra y muerde,
la pancarta en medio de tus manifestaciones,
el sueño que adula a tus infieles difuntos,
el verde de la rebeldía que azotabas.
Ahora, niño perdido,
desde esta habitación acorchada y blanca,
tan parecida a tu muda garganta,
donde tu luz gris ya no me toca,
soy yo el que habla.
miércoles, 24 de septiembre de 2014
Globo azul
Él amasaba las nubes con
las manos
dando forma a lo que ella
pensaba,
arqueaba el pecho y era
flecha vivaz
que destrozaba en pedazos
el sol
cuando ella quería besar
a oscuras.
Ella hizo de la puerta de
su casa un santuario,
donde idolatraba, olía y besaba
las manos
que a él habían abrazado
en cada despedida
a la hora en que los
relojes no dejaban correr su arena
y las calles bostezaban.
Él componía canciones de
amor
con el ruido de los
despertadores de unos vecinos
que no eran los suyos
y con los brazos en
triunfo e incendiados
traía el nuevo día a una
calle de la que se sentía rey.
Ella pactaba un silencio
sepulcral
con las escaleras que la
llevaban de nuevo
a un sueño que centrifugaba,
dejando en la entrada los
tacones y las ganas
de algo que no fueran
encontrarlo otra vez a él.
Él difuminaba a punto de
acuarela
madrugadas y amaneceres
con la boca,
descongelaba el
termómetro con las manos
y pestañeaba formando un vals
al ritmo que ella inflaba
el vientre respirando.
Ella salvaba el mundo
poniendo los pies en la tierra,
cortando de sus alas un
globo azul
por cada beso que no daba
y que volaba dando color
a la felicidad
que él llevaba dibujada
en la muñeca.
Él se olvidaba de soñar
cuando cerraba los ojos
y decía que soñar era su
sueño,
que soñaba que sus días
con sus noches
eran lo que ella soñaba,
y por eso soñaba con
ella.
martes, 26 de agosto de 2014
Uve
Yo solo, y sólo yo
Que ya estuve, estoy y estaré
ato cordeles de tu casa a la mía
sin que sepas que empalmo
cada uno de ellos
con la constante intención de ser
yo solo, y sólo yo
el último beso de tus noches,
de las buenas y las regulares,
de convertir las malas
en un juego de fuegos artificiales
que te haga echarme los brazos
por encima de los hombros
y sea mi abrazo el manto negro espirado
que te lance de cabeza
a caer en los sueños que te invento.
Yo solo, y sólo yo
uní, uno y uniré
a Roma con Santiago,
al cielo con la tierra
y a las paredes unas con otras
cuando estirabas, estiras y estires
de las constantes intenciones de que
yo solo, y sólo yo
te abanique con la libertad
cada vez que te quitaban, te quitan y te quiten
el aire que te falta para despegar
el lunar de la planta de tu pie del suelo.
Eres tú, ángel que buscaba el cielo,
que pactaste con el diablo
la perfección que llevas en las trenzas,
no pidas perdón a tu Dios,
que no te hará falta clemencia,
que perdonado estoy yo
y si menester fuera
aquí quedaría yo mientras tú subes
adonde yo perteneciera,
aunque pecases de imprudencia.
Que ya estuve, estoy y estaré
yo solo, y sólo yo
en las hélices de tus trenzas,
entroncadas, espiradas,
abismo, sueño, salvación y condena.
¡Que me lleven a mí,
pero que me entierren debajo de tus pies!
que así seré yo solo, y sólo yo
el suelo que vas pisando
¡Que me hagan añicos si lo que tú quisieras
es levantar una nube de polvo!
¡Que me aten y me quemen por decir la verdad!
que eres tú, si quisieras tú solo, y sólo tú
correr una cortina de humo blanco
¡Que me encierren en un pozo
si no merecieses tú la luz!
y que se mueran mis verdugos de ingenuidad
sin saber que no tengo
yo solo, y sólo yo
mejor libertad, que tenerte libre a ti.
lunes, 11 de agosto de 2014
Supernova
Miraba la luna el niño medio hombre,
en ella cerraba los ojos y dormía
y encontraba allí la nana
que en su cama ya no tenía,
la que nadie le cantaba.
El niño medio hombre entraba sin salir,
salía mientras entraba y llevaba en el llavero
el miedo a que volviese entonces
la mano cálida que tanto lo quiso
y no lo encontrase a él,
sucio de indiferencia,
enfadado con las estaciones del año,
con las nanas olvidadas
y el sueño en forma de supernova.
Fueron manos solas y torpes las suyas
el día que el verano tuvo prisa en irse,
con silencio altivo, mirada ausente y triste
por un mundo lleno de puertas cerradas
que yo ahora abro.
Era él, una habitación llena de recuerdos,
una pesadilla real,
un beso mal apartado del cariño sin adiós,
una espera constantemente desesperada,
la espalda pequeña y flaca del desconsuelo,
los cristales de unas gafas que no quieren ver,
un dedo pulgar flexible capaz de girar el mundo,
era él, una imaginación encadenada a las siestas sin sueño,
la curva de mi signo de interrogación,
el punto y final de la exclamación
del ruido que ella se llevó.
Un desencanto medio hombre
y menos niño ya,
que empezó a romper espejos con la risa
y cansado de sonarse la pena con las mangas
dejó de buscarse en su reflejo
para mirarse en el mío.
Vista de mi camino al pasado,
abrazo en tabla dura y beso inerte,
huella más profunda de mis pies,
victoria de tu nombre,
victoria de tu nombre,
lágrima más salada, tragada,
por esta boca que ya no sabe cómo hablar,
sin callarse.
lunes, 23 de junio de 2014
Santa Adrenalina.
El día más largo del año tiene tu nombre,
se estira como desperezándose,
despertando el desencanto
de que la primavera ya se fue
y llega la hora de enterrar a las flores prontas.
El día más largo del año huele
a presentimiento dismudado,
a ropa recién sacada del armario,
a maleta sin destino,
a tus chanclas de goma tarareando
la banda sonora de un verano
que no quiso escucharte.
El día más largo del año quema tanto
como un recuerdo guardado entre cenizas,
como la sensación de un niño pequeño
que se pierde y no encuentra a su madre,
como el hasta pronto que esconde un hasta siempre.
El día más largo del año es
tan corto como los diez minutos
de retraso de un tren,
tan corto como el último abrazo
y tan líquido como los besos que me das ahora.
El día más largo del año es
tan versátil como tú,
tan te quiero, tan te odio,
tan lluvioso y soleado,
tan luto de blanco,
tan contento y enfadado.
La noche más corta del año te extraña tanto, que ya te ha olvidado.
se estira como desperezándose,
despertando el desencanto
de que la primavera ya se fue
y llega la hora de enterrar a las flores prontas.
El día más largo del año huele
a presentimiento dismudado,
a ropa recién sacada del armario,
a maleta sin destino,
a tus chanclas de goma tarareando
la banda sonora de un verano
que no quiso escucharte.
El día más largo del año quema tanto
como un recuerdo guardado entre cenizas,
como la sensación de un niño pequeño
que se pierde y no encuentra a su madre,
como el hasta pronto que esconde un hasta siempre.
El día más largo del año es
tan corto como los diez minutos
de retraso de un tren,
tan corto como el último abrazo
y tan líquido como los besos que me das ahora.
El día más largo del año es
tan versátil como tú,
tan te quiero, tan te odio,
tan lluvioso y soleado,
tan luto de blanco,
tan contento y enfadado.
La noche más corta del año te extraña tanto, que ya te ha olvidado.
lunes, 2 de junio de 2014
Libre
Te quiero
y me quieres
lo sé porque me lo dices cuando
te pongo contra las cuerdas
cuando olvidas tu identidad
cuando dejas de tener color en los ojos
y las pupilas se te hacen lunas
cuando haces un puente curvo con tu nuca y mi almohada
y el único pasajero invitado a cruzarlo por debajo es mi mano
Te quiero
y me quieres
lo sé porque estas libre y me consta
y no quiero yo otra cosa ya que no sea
tu libertad mordiéndome la boca
pidiéndome besos
estrellando mi desidia contra los espejos
rompiendo cualquier ley impuesta
y haciendo de cualquier atmósfera
un suelo donde bailar
Te quiero
y me quieres
lo sé porque los números negativos
que añades a la distancia
precipitan a cualquier acantilado
despeñan mordiscos cuerpo abajo
conjuntando una obra de arte inentendible
que agarra sus cimientos con mi índice, mi corazón
y mi anular debajo de tu vestido
Te quiero
y me quieres
lo sé porque te quiero así
porque te quiero queriéndome
libre
lo sé porque me quieres así
porque me quieres queriéndote
me quieres tal cual, así
libre
queriéndote.
jueves, 22 de mayo de 2014
Ausencia
Y tan sólo uno de tus segundos
de tus gestos, de tus miradas
convierte a cualquier nube en polvorín
a cualquier aldea en capital
a cualquier estrella en descampado ardiendo
a un corral oscuro en feria de abril
Vuelven los techos a ser planos paralelos tus pies
y vuelve la cordura a laurearse la melena
flotando queda entonces la gravedad
la de los asuntos, sobre todo
y los cristales de mis gafas a reorganizarse
sin saber siquiera cual era su forma original
Una creación improvisada
tanto como una locura a ciegas
tan ciega y tan sólo solventada
por ausencia
y que pierde consistencia en casi todos los descuidos
y repta cuerpo abajo como buscando al río grande
como olvidando su lugar por excelencia
Sin parar de asomarse a todas las ventanas
delimita su espera en parcelas y las cerca
retando a la luna en duelo letal
retando a la luna en duelo letal
desecha los días de la semana
como quien arranca meses del almanaque
y perfuma a su paso con olor a soledad
Observa las idas y venidas del sol
sin que se turbe su postura
llegando a ninguna parte donde no la esperen
y es que de piedra caliente pareciese que está hecha
con fruncido gesto y boca perfecta
y dos pozos oscuros que ni eco devuelvenSe confunde y envuelve entre cortinas opacas
se pierde y se encuentra en cada claro de luna
y pide a un Dios ajeno que perdone su condena
que tiene prisa por caer en el recuerdo eterno
y sueña que no tiene tus segundos, tus gestos, tus miradas
y se agria con su pena.
martes, 13 de mayo de 2014
Estío
Con cada día el suelo más caliente
con sombras que atraen
y noches que se vuelven batidoras
Así amenazas con tu nombre
advirtiendo un cielo rosa cada tarde
que derrite hasta las pupilas más congeladas
Lanzando tus cuatro jinetes muertos
en busca de mi apocalipsis
y retorciendo gargantas
Esparciendo sueños que insinúan realidades
como si quisiera tu guadaña
volver a desahogarse en mi estómago
Evocando lo que es convertirse
como si quisiera tu guadaña
volver a desahogarse en mi estómago
Evocando lo que es convertirse
en una burbuja más bajo el agua
y que el tiempo te pierda la pista
Empiedras todos los caminos
que a Roma conducen
y cada San Juan enciendes
tu luna ardiente con mis mapas
Matando vienes el letargo
somnoliento de la primavera
que sólo sabe defenderse lanzando color
Abanicando ascuas hirvientes
cegando con áspera ceniza
y empijamando noches con mortaja algodonada
Llenando los relojes de navajas
que cortan muñecas a cada segundo
y giran a la inversa
Tan inverso como tú
ladrón de bienes preciados
que huyes con el ocre del otoño
Y por navidades mandas cartas
como queriendo no caer en el olvido
como aludiendo el inverso amor que me guardas
Y yo escondido en la paz que derrites
dormido en el hielo que abrasas.
domingo, 4 de mayo de 2014
Eme
Quiero saber si el cielo tiene
El mismo color que
aparenta desde aquí
Si es cierto que es el reino del olvido
Y que los recuerdos se dejan en la entrada
En forma de préstamo a la eternidad
Si es cierto que ya no te acuerdas
De las heridas mundanas que te pesaban
Y de las que has hecho con tu huida
Si ya no te acuerdas del perdón
Y de tu locura atravesando las paredes de mi casa
¿Eres tú el aire que empuja a las semanas?
O dime cuanta resignación me falta entonces
Y cuanto empeño me sobra
Por no dejar tu sonrisa rota en alguna cuneta
Como a tus malas horas
Como a tus veranos desinflados
Y al julio que entra por las ventanas
Gritando mi sentencia. La tuya
¿Te han obligado a olvidar también
El arte de disfrazar las verdades?
¿El color del que maquillábamos la realidad?
¿El ruido que hacían las llaves de tu coche?
Ahora pienso que pintar los días de calor
Con el color del agua estancada
Es una buena forma de taparle al mundo
Con fango tu dolor, aunque escueza más
Y es que se me están olvidando
Tus pasos por los tejados
El olor de tu ropa en la baranda
Y la temperatura del abrazo que nunca existió
Al eco de tu estruendo se le está agotando la batería
Igual que el agua salada que inunda caras bonitas
Sigue haciendo mella en tu zarpazo
Y yo no puedo dejar de ahogarme
No dejaste ni una sílaba de tus canciones
Sólo tu nombre hecho mi palabra
Y que a todas partes conmigo va
Y mudo yo, será gritado tu recuerdo en cada continente
Esas, las memorias que ya no recuerdas
Y dime cuanto valor te llevaste
Que no me atrevo ni a decirte la verdad
Que también yo he olvidado el nombre
De este sitio al que llaman mundo
Y ni contigo puedo, ni sin ti.
Felicidades mamá.
jueves, 24 de abril de 2014
Así, tan tú.
Con el flequillo tan
turbio como las ideas
La mano partida de culpar
y acusar
El pecho hundido de temer
y doler
Y la espalda fuerte para
arrastrar
Así eres tú, eso eres tú
Sacando punta a tus
garras
Lamiéndote la continua
miel de los labios
Preparando una espiral
fatal en tus pestañas
Y con ellas insinuando un
vuelo inminente
Así eres tú, eso eres tú
Animal alado que vigila
en las ventanas
Enamorado de las jaulas
sin barrotes
Muerto viviente de la
noche más oscura
Casi tanto como tu negro
pelo
Así eres tú, eso eres tú
Rey y señor de las
indecisiones escapistas
Que abastece a su pueblo
de bien y no gobierna
Con tu castillo vacío
encima de la nube que más truena
Y rodeado de un foso de
paz que no llega
Así eres tú, eso eres tú
Quebrando la tierra con
cada uno de tus pasos
Consiguiendo el adepto
del diablo
Buscas y no sabes lo que
encuentras
Encuentras sin saber lo
que buscabas
Así eres tú, eso eres tú
Capitán de un ejército
vencido
Esclavo de tu propio
reflejo
Coleccionista de sonrisas
rotas y miradas ahogadas
Conquistador de los polos
más fríos y opuestos
Así eres tú, eso eres tú
Agua transparente de
corrientes turbias
Vagón lleno de pasajeros
sin asiento
Flor sin pétalos que
sigue oliendo
Superficie hecha
profundidad
Así eres. Tan sólo eso. Eres
tú.
Noviembre 2011.
lunes, 21 de abril de 2014
La mujer que llora en tu ventana.
Tal vez hoy aprendiste lo que cabe en un sólo día
Las veces que gira la tierra en lo que
Alguien tarda en llevarse las manos a los ojos
Y tapa con pena el rencor que rebosa de las órbitas
De esta forma ahora sabes las veces
Que la mujer que llora se asoma a la ventana
Cuantas procesiones pasan por la calle
Y ella sólo corre en dirección contraria
Y a favor de la suya, para acordarse de la tuya
Que ya no pasa, no pasa
Ahora quizá entiendes lo que es dejarse llevar
Dejarse ir, no avanzar
Y esperar que alguien acuda a tirarte de las manos
Vestirse de los mil colores de cada estación
Y sólo tener el corazón bañado en alquitrán de carretera fatal
Déjame decirte que lo único que ella sabe
Es que la resignación es un plato frío que lleva poca sal
Que los golpes se tragan en una sola pieza
E intenta quitarse el frío abrazándose
El pecho que sólo sabe guardarte ya
El que lapidas con cada mes que no vuelves
Y tiene como himno todas tus carcajadas
El que ya sólo sabe esperar a no ser nada
El que ya sólo quiere ser como el tuyo
Ahora idolatra las baldosas que besaron las plantas de tus pies
Acaricia el cuerpo que te acunó y le llora
Y espera la llegada de lo muy poco que dejaste
Y sigue siendo la mujer que llora en tu ventana
La que ya sólo se recuerda en tus abrazos
La que muere en tus silencios
Mientras el mundo aun se alimenta de tu ruido.
miércoles, 2 de abril de 2014
En abril, besos mil
Para no echar en falta,
lo que hago es coleccionar olores.
Dejo de lavar las camisas de los abrazos de
fuerza, no duermo sobre almohadas que cuenten las mejores historias nocturnas
que jamás se hayan soñado.
Para no echar en falta, intento
no borrar las huellas agrietadas
de unos labios que en algún momento chocaron
en el carril curvo de mis vértebras.
Me convierto en el más
arraigado de los ermitaños
que se encierra en su agujero,
que no es ni más ni
menos que el que se esconde
debajo de la montaña de tu ropa tirada por mi
cuarto.
Para no echar en falta,
le propongo una traslocación indecente
a los días de la semana, emparento
domingos y lunes,
drogo a martes y a miércoles,
hago orgías sexuales con el
jueves y el viernes,
y al sábado lo mando a comprar tabaco, por eso de que no
vuelva.
Busco el vendaval más
cálido tras el cual quedarme dormido,
o como mínimo, donde hacer que los
abanicos oculares de arriba
puedan besar irónicamente a los de abajo,
sin
acercarse mucho, no vaya a ser que no te vean venir, si vienes.
Para no echar en falta,
convierto cada uno de mis recovecos
en la pista para descubrir al autor de un
crimen de vida perfecto,
uso cada ventana para echar fuera la luz de adentro
y
sacar medio cuerpo para gritarle al mundo tu locura,
que tus crímenes en lugar de matar, dan vida.
Que eres el depredador más
voraz que existe,
que cada zarpazo en mis costillas es un orgasmo para gemir,
que muerdes camuflando besos
y cada vez que te vuelves vulnerable a mi rigidez
yo renuncio a eso de aprovechar y derrocar tu fuerza
y que a pesar de
intercambiar los papeles,
perdonarte la vida me da a mí la mía.
Para no echar en falta,
lo que hago es sembrarte
en todos los jardines por los que paseo,
estamparte en
cada uno de los espejos en los que me miro.
Lo que hago, es quererte de más,
porque es, permíteme que te diga,
lo único que sé hacer.
lunes, 24 de marzo de 2014
Madrid
Estoy buscando a quien lee las manos del mundo,
A quien no sepa nada del futuro pero sepa
adivinarlo,
Al que sepa entender la mirada de las ciudades que
no me han visto,
Al que sepa consolar las miradas de las que sí lo
han hecho.
Que venga alguien y cure a Madrid, que yo ya no
puedo con su locura,
Que a mí se me están acabando las triquiñuelas
para excusarte,
Que me sabe mal ya tanto mentirle, que mi cara no
sabe qué color ponerle,
Que soy el peor de los desagradecidos, que no sé
cómo pagarle la primavera.
No quiero que se lleve el año nuevo, ni el
invierno caliente,
Ni la primavera florecida de tus costillas
llamándome,
Que no
puedo con otro verano frío,
los cuarenta grados bajo cero me arden todavía en
las plantas de los pies.
Que no vuelvan a dispararme que lo que soy
Es un pequeño préstamo que voy a tener que
devolver.
Que he invertido mi testamento vital
En amar el color del que te pintas las uñas.
Quiero que vengas a leerme las manos,
Quiero que me leas el futuro sin saber qué va a
pasar,
Que avises de nuestra llegada a las ciudades que
no me han visto,
Pero no quiero que consueles a Madrid,
Quiero que le atravieses su orgullo en la garganta
Mientras tú y yo, destrozamos la Gran Vía a besos.
Traigo rosas rojas para ti,
eres mi rincón favorito de Madrid.
lunes, 17 de marzo de 2014
Imagina que nadie lo entiende
A ver cómo te digo sin que nadie lo sepa,
sin que nadie se entere y sólo tú lo entiendas
que cada vello que me nace del cuerpo
crece en la dirección en que tú duermes.
Cómo grito al aire sin alzar un sólo decibelio,
de qué tengo que vestirme, disfrazarme
para que tus pupilas me busquen sólo a mí,
cual es el color menos sospechoso para que no nos miren.
De qué manera te cuento, sin que nadie lo entienda
que la asertividad pública es nuestra maldición
y que a mí no se me acaban los besos que rompen el hechizo,
el de nosotros dos, escondidos detrás de alguna sombra.
Dime qué te falta por tocar aquí dentro,
dime qué te falta por oler y por saborear,
cuéntame cual es el milímetro de todos los que tengo
que no ha sido abanicado por el jardín que te sale de los pulmones.
Si quieres te describo esa sensación fría que sabe asesinar,
esa que acuchilla manos a solas, manos próximas que buscan,
manos que son negadas, manos enamoradas del sudor de las tuyas,
esas manos que siempre sueltas cuando el público amenaza con aplaudirnos.
Y es que cuando nos pongo de cara al espejo tiemblas de miedo,
dices que ves el mayor tesoro que pueda querer destruir la humanidad,
cuentas que matarían por tocarnos, que morirían por conseguirnos,
por repartir el botín. Dices que mueren de celos porque eso es imposible.
Imagínalos, intentando separarnos, intentando repartirse nuestros diamantes
subastando nuestros besos, jugándose a cara o cruz nuestros abrazos,
lanzando al viento nuestros mejores encuentros, borrando nuestros cuentos,
imagínalos, bebiéndose tus labios en mis "te quieros", fumándose mis lunares en tus "quédate".
Dime de qué manera te digo, sin que lo entienda nadie
que ahora soy el escudo más fuerte que tú hayas forjado,
que ahora tú eres la espada más mortal que yo haya empuñado,
de qué manera les decimos, para que lo entiendan, que somos inmortales.
A ver cómo te digo ahora sin que nadie lo sepa,
sin que nadie se entere y sólo tú lo entiendas,
que tú eres la vida, que yo soy la eternidad y que el mejor tesoro,
las armas más fuertes, las manos cogidas, las manos sueltas, los aplausos
que ellos nos guardan, nuestros mejores besos, abrazos, encuentros y cuentos
los tenemos escondidos en el aire que desprendemos en cada mirada.
A ver, como les contamos, para que todos se enteren y lo entiendan,
que el aire tan sólo sabemos tocarlo tú y yo,
que somos aire, que sólo nosotros lo entendemos,
que sólo nosotros nos queremos, que sólo nosotros nos robamos, besos, como mínimo.
Dime, de qué forma le sigo negando al público
que mi tesoro, eres tú.
jueves, 13 de marzo de 2014
Alma de plomo
Yo que amo las palabras
Tú que idolatras mi
significado
Yo que no entiendo nada
Y tú, que sabes, me
prefieres callado
Primero prometer para
después jurar
Ahora que eso que
idolatras huele a incendio
Ahora que empiezo a
entender
Tú sólo sabes temer que
se rompa mi silencio
Y no es que yo me
encierre en tu cara opuesta
Pero el tiempo corre en
mi contra
Tú, incapaz de barajar
las marañas de su prisa
Yo, despeinando las de
otra
Tú muriendo por venderte
al mejor impostor
Yo diluviando y entrando
en cualquier habitación
Tú disfrazando el tedio
de tu condena
Y yo, para que me
recuerdes, me he propuesto ser el peor
Yo que solo he sabido
quererte así,
Queriéndote
Tú que solo has sabido
tocarme así,
Sin quererme
Ahora que te marchas
Caigo en que no puedo
amar lo poco que queda de tu espalda
Tus sentimientos que son
de plomo
Y a mí, que ya me pesa el alma.
miércoles, 12 de marzo de 2014
Ahora me ves
Que tú me miras y no me ves
Me miras y yo desaparezco
Me miras, me llevas, no vuelvo
Que tú me miras y no soy
Me miras y yo ciego
Me miras, amaneces, anochezco
Que tú me miras y no suenas
Me miras y yo no sé qué miras
Me miras, me arrugas, me estiras
Que tú me miras y miras
Me miras y yo sólo se mirarte
Me miras y seguido, me miras y aparte
Que tú me miras y das
Me miras y yo sueño
Me miras, ahora te miro, ya no me miras
Que tú me miras y quieres que te mire
Me miras y me vuelco
Me miras, ya te miro
Que tú me miras y yo veo
Te miro y ya me ves
Que me miras y en realidad
Te miro
Y yo grito libertad.
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