jueves, 24 de abril de 2014

Así, tan tú.

Con el flequillo tan turbio como las ideas
La mano partida de culpar y acusar
El pecho hundido de temer y doler
Y la espalda fuerte para arrastrar

Así eres tú, eso eres tú

Sacando punta a tus garras
Lamiéndote la continua miel de los labios
Preparando una espiral fatal en tus pestañas
Y con ellas insinuando un vuelo inminente

Así eres tú, eso eres tú

Animal alado que vigila en las ventanas
Enamorado de las jaulas sin barrotes
Muerto viviente de la noche más oscura
Casi tanto como tu negro pelo

Así eres tú, eso eres tú

Rey y señor de las indecisiones escapistas
Que abastece a su pueblo de bien y no gobierna
Con tu castillo vacío encima de la nube que más truena
Y rodeado de un foso de paz que no llega

Así eres tú, eso eres tú

Quebrando la tierra con cada uno de tus pasos
Consiguiendo el adepto del diablo
Buscas y no sabes lo que encuentras
Encuentras sin saber lo que buscabas

Así eres tú, eso eres tú

Capitán de un ejército vencido
Esclavo de tu propio reflejo
Coleccionista de sonrisas rotas y miradas ahogadas
Conquistador de los polos más fríos y opuestos

Así eres tú, eso eres tú

Agua transparente de corrientes turbias
Vagón lleno de pasajeros sin asiento
Flor sin pétalos que sigue oliendo
Superficie hecha profundidad

Así eres. Tan sólo eso. Eres tú.

Noviembre 2011.


lunes, 21 de abril de 2014

La mujer que llora en tu ventana.

Tal vez hoy aprendiste lo que cabe en un sólo día
Las veces que gira la tierra en lo que
Alguien tarda en llevarse las manos a los ojos
Y tapa con pena el rencor que rebosa de las órbitas

De esta forma ahora sabes las veces 
Que la mujer que llora se asoma a la ventana
Cuantas procesiones pasan por la calle
Y ella sólo corre en dirección contraria
Y a favor de la suya, para acordarse de la tuya
Que ya no pasa, no pasa

Ahora quizá entiendes lo que es dejarse llevar
Dejarse ir, no avanzar
Y esperar que alguien acuda a tirarte de las manos
Vestirse de los mil colores de cada estación
Y sólo tener el corazón bañado en alquitrán de carretera fatal

Déjame decirte que lo único que ella sabe
Es que la resignación es un plato frío que lleva poca sal
Que los golpes se tragan en una sola pieza
E intenta quitarse el frío abrazándose
El pecho que sólo sabe guardarte ya

El que lapidas con cada mes que no vuelves
Y tiene como himno todas tus carcajadas
El que ya sólo sabe esperar a no ser nada
El que ya sólo quiere ser como el tuyo

Ahora idolatra las baldosas que besaron las plantas de tus pies
Acaricia el cuerpo que te acunó y le llora
Y espera la llegada de lo muy poco que dejaste

Y sigue siendo la mujer que llora en tu ventana
La que ya sólo se recuerda en tus abrazos
La que muere en tus silencios
Mientras el mundo aun se alimenta de tu ruido.

miércoles, 2 de abril de 2014

En abril, besos mil

Para no echar en falta, lo que hago es coleccionar olores. 
Dejo de lavar las camisas de los abrazos de fuerza, no duermo sobre almohadas que cuenten las mejores historias nocturnas que jamás se hayan soñado.

Para no echar en falta, intento no borrar las huellas agrietadas
 de unos labios que en algún momento chocaron 
en el carril curvo de mis vértebras.

Me convierto en el más arraigado de los ermitaños 
que se encierra en su agujero, 
que no es ni más ni menos que el que se esconde 
debajo de la montaña de tu ropa tirada por mi cuarto.

Para no echar en falta, le propongo una traslocación indecente
 a los días de la semana, emparento domingos y lunes,
 drogo a martes y a miércoles, 
hago orgías sexuales con el jueves y el viernes, 
y al sábado lo mando a comprar tabaco, por eso de que no vuelva.

Busco el vendaval más cálido tras el cual quedarme dormido, 
o como mínimo, donde hacer que los abanicos oculares de arriba
 puedan besar irónicamente a los de abajo, 
sin acercarse mucho, no vaya a ser que no te vean venir, si vienes.

Para no echar en falta, convierto cada uno de mis recovecos
 en la pista para descubrir al autor de un crimen de vida perfecto, 
uso cada ventana para echar fuera la luz de adentro 
y sacar medio cuerpo para gritarle al mundo tu locura, 
que tus crímenes en  lugar de matar, dan vida.

Que eres el depredador más voraz que existe, 
que cada zarpazo en mis costillas es un orgasmo para gemir, 
que muerdes camuflando besos 
y cada vez que te vuelves vulnerable a mi rigidez 
yo renuncio a eso de aprovechar y derrocar tu fuerza 
y que a pesar de intercambiar los papeles, 
perdonarte la vida me da a mí la mía.


Para no echar en falta, lo que hago es sembrarte 
en todos los jardines por los que paseo, 
estamparte en cada uno de los espejos en los que me miro. 
Lo que hago, es quererte de más, porque es, permíteme que te diga,
lo único que sé hacer.