lunes, 17 de marzo de 2014

Imagina que nadie lo entiende

A ver cómo te digo sin que nadie lo sepa,
sin que nadie se entere y sólo tú lo entiendas
que cada vello que me nace del cuerpo
crece en la dirección en que tú duermes.

Cómo grito al aire sin alzar un sólo decibelio,
de qué tengo que vestirme, disfrazarme
para que tus pupilas me busquen sólo a mí,
cual es el color menos sospechoso para que no nos miren.

De qué manera te cuento, sin que nadie lo entienda
que la asertividad pública es nuestra maldición
y que a mí no se me acaban los besos que rompen el hechizo,
el de nosotros dos, escondidos detrás de alguna sombra.

Dime qué te falta por tocar aquí dentro,
dime qué te falta por oler y por saborear,
cuéntame cual es el milímetro de todos los que tengo
que no ha sido abanicado por el jardín que te sale de los pulmones.

Si quieres te describo esa sensación fría que sabe asesinar,
esa que acuchilla manos a solas, manos próximas que buscan,
manos que son negadas, manos enamoradas del sudor de las tuyas,
esas manos que siempre sueltas cuando el público amenaza con aplaudirnos.

Y es que cuando nos pongo de cara al espejo tiemblas de miedo,
dices que ves el mayor tesoro que pueda querer destruir la humanidad,
cuentas que matarían por tocarnos, que morirían por conseguirnos,
por repartir el botín. Dices que mueren de celos porque eso es imposible.

Imagínalos, intentando separarnos, intentando repartirse nuestros diamantes
subastando nuestros besos, jugándose a cara o cruz nuestros abrazos,
lanzando al viento nuestros mejores encuentros, borrando nuestros cuentos,
imagínalos, bebiéndose tus labios en mis "te quieros", fumándose mis lunares en tus "quédate".

Dime de qué manera te digo, sin que lo entienda nadie
que ahora soy el escudo más fuerte que tú hayas forjado,
que ahora tú eres la espada más mortal que yo haya empuñado,
de qué manera les decimos, para que lo entiendan, que somos inmortales.

A ver cómo te digo ahora sin que nadie lo sepa,
sin que nadie se entere y sólo tú lo entiendas,
que tú eres la vida, que yo soy la eternidad y que el mejor tesoro,
las armas más fuertes, las manos cogidas, las manos sueltas, los aplausos
que ellos nos guardan, nuestros mejores besos, abrazos, encuentros y cuentos
los tenemos escondidos en el aire que desprendemos en cada mirada.

A ver, como les contamos, para que todos se enteren y lo entiendan,
que el aire tan sólo sabemos tocarlo tú y yo,
que somos aire, que sólo nosotros lo entendemos,
que sólo nosotros nos queremos, que sólo nosotros nos robamos, besos, como mínimo.

Dime, de qué forma le sigo negando al público
que mi tesoro, eres tú.









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